OREMOS PARA QUE EL SANTO PADRE CONSAGRE RUSIA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA, TAL Y COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA

Monseñor Marcel Lefebvre

"... sin ninguna rebelión ni amargura ni resentimiento, proseguiremos nuestra obra a la luz del Magisterio de siempre convencidos de que no podemos rendir mayor servicio a la Iglesia, al Papa y a las generaciones futuras. Y seguiremos rezando para que la Roma actual infestada de modernismo llegue a ser otra vez la Roma Católica..."

Ramiro de Maeztu

"Venid con nosotros, porque aquí, a nuestro lado, está el campo del honor y del sacrificio; nosotros somos la cuesta arriba, y en lo alto de la cuesta está el Calvario, y en lo más alto del Calvario, está la Cruz."

"Vosotros no sabéis por qué me matáis, pero yo sí sé por lo que muero, para que vuestros hijos sean mejores que vosotros"

martes, 8 de enero de 2013

¿POR QUÉ TRABAJAS?

"et laboramus operantes manibus nostris"
(1 ad Corinthios, 4, 12)
NAZARETH

Siempre me ha cautivado el divino encanto de las gotas de sudor que brotaran de la frente de Cristo en Nazareth.

Me lo imagino con San José, en una tarde calurosa de verano, rematando una labor urgente.

No hay más remedio que apresurarse, pero a San José le duele la fatiga de Dios. Trata de enviarle a un recado que interrumpa la labor penosa, pero Jesús, secándose el rostro (tal vez con la manga de su ropa obrera, que no sabe de etiquetas), responde zumbón:

-Luego iré, padre. ¿No le parece mejor que aproveche estas horas de sol?

Cuando el trabajo nos resulta penoso, ¡qué grato es sentirse cerca de Cristo en Nazareth, escuchar su jadeo, oler su divino sudor!


MANERAS DE TRABAJAR

Estaba en plena construcción la catedral de Londres. Los conteros tallaban febrilmente los sillares que habían de elevarse hasta rematar la gran fábrica.

Un observador que corría las obras se dirigió a un cantero y le preguntó:

-¿Qué haces tú aquí?
-¿Yo? Trabajar penosamente de sol a sol en una labor agotadora.

Nuestro observador siguió adelante, y dirigiéndose a un segundo obrero, le preguntó también:

-¿Qué haces?
-Trabajar para ganar lo necesario para el sustento de mi mujer y de mis cuatro hijos.

Prosiguiendo su recorrido, aún interrogó a un tercero. Este, interrumpiendo su labor y dirigiendo a su interlocutor una mirada franca y noblemente orgullosa, respondió:

-¿Yo?... Yo construyo la catedral de Londres.

Tres maneras distintas de concebir el trabajo.
Para unos es la tarea odiosa, el yugo que se quisiera sacudir.
Para otros, un simple medio de ganarse la vida.
Para otros, la tarea llena de sentido, la contribución gozosa a una obra común, la agradecida colaboración en la Creación. El trabajo no es sólo un medio de vida, ni siquiera un cauce legítimo a las aficiones y aptitudes a cada uno. Sin excluir esos fines secundarios, es una tarea que trasciende las puras miras terrenas y se integra en perspectivas divinas.

PORQUE SE ENTIENDE MAL

… porque se entiende mal el trabajo vemos tantas deformaciones en la actividad profesional. Hombres de empresa que ante todo buscan el máximo lucro y no les importa la calidad ni la economía de sus productos. Que consideran a la “mano de obra” como un simple capítulo odioso de gastos, sin darse cuenta de que se trata de hombres como ellos, con sus mismos problemas humanos y con unas facultades que el trabajo debía desarrollar y no embotar.

Obreros empleados y profesionales de todas clases que no muestran ningún interés en perfeccionarse mientras ello no repercuta directamente en sus ingresos.

Honorarios excesivos que atribuyen cientos y miles de pesetas a una hora de trabajo profesional, contribuyendo así a encarecer la vida y a mantener una irritante desigualdad en la distribución de la riqueza.

Intermediarios que encarecen los productos, sin mejorarlos… etc., etc., etc. …

SI SE ENTENDIERA BIEN

Si se entendiera bien el trabajo, todo él sería oración. La oración de todas las horas.

Oración del médico, que, asociado a Dios, autor de la vida, se esfuerza en prolongar la vida y aliviar los dolores de la Humanidad.

Oración del empresario, del ingeniero y del técnico, que, arrancando a la tierra los tesoros que Dios depositó en ella, contribuye a mejorar la vida de sus semejantes y hace subir a Dios el incienso de las chimeneas, muestra del genio de la criatura, que no es sino un pálido reflejo de Dios.

Oración del abogado, y del juez, y del que, de una u otra manera, dedica sus afanes al triunfo de la justicia y la paz en las relaciones entre los hombres.

Oración del artista, que, secundando a Dios, Suprema Belleza, inserta en el mundo gérmenes de belleza.

Oración del obrero y del campesino, que, ennoblecen la materia. Y del comerciante, que pone al alcance del público los bienes que éste necesita. Y del militar. Y del sacerdote, que se afana a todas horas para llenarlo todo de la levadura de la caridad. Y del profesor…

Y del estudiante y del aprendiz, que se preparan para ser útiles el día de mañana. (Continuará…)

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